Europa: paisaje después de la batalla
Las elecciones europeas
de 2014 merecen distintas lecturas, en clave ideológica y partidaria, nacional
e incluso institucional. En este artículo intentaré abordar las tres. Pero antes
de abordarlas quiero destacar la evolución de la participación, que por primera
vez no ha descendido en relación a las elecciones precedentes -manteniéndose en
el 43%- y en algunos casos, como Alemania, incluso se ha incrementado
significativamente.
En este sentido cabe
destacar que la participación ha superado el 50% en Grecia, Irlanda y
Dinamarca, el 60% en Italia y el 70% en Malta, al margen de la elevada
participación en Bélgica y Luxemburgo por la obligatoriedad del voto. Tampoco
debemos pasar por alto la grave fractura de participación entre los países
miembros anteriores a 2004 y los países de la ampliación al Este. La
participación en la UE-15 se acerca al 50%.
¿Juncker o Schulz?
En primer lugar, lo que estaba en juego en estas elecciones es qué partido y qué candidato obtenían mayor representación en el Parlamento. Y el
ganador de estas elecciones ha sido el Partido Popular Europeo y su candidato a
la presidencia de la Comisión, Jean Claude Juncker. A pesar de la previsible
pérdida de más de 60 diputados, el PPE, con más del 28% del voto y 213
diputados, se ha impuesto a unos socialistas que no han cumplido las
expectativas de crecimiento que vaticinaban algunas encuestas. El nuevo
presidente de la Comisión ha recibido un mandato de unos 54 millones de
electores. El triple de electores que eligieron a Angela Merkel como canciller
de Alemania el pasado mes de septiembre.
Los populares han
resistido y su candidato debería ser el primero en buscar las alianzas
necesarias para ser elegido Presidente de la Comisión. Es lo que los europeístas
hemos defendido durante la campaña y su elección por el Parlamento debería
suponer un punto de inflexión el proceso de democratización y politización de
la Unión Europea. Martin Schulz hubiera podido liderar una mayoría alternativa
si existiera la posibilidad de articularla parlamentariamente, pero no es
posible, ni sumando los votos a su izquierda, ni con los liberales y los
verdes. Hoy mismo, martes 27 de mayo, los líderes de los principales grupos parlamentarios,
incluyendo Martin Schulz y Guy Verhofstadt, han reconocido la victoria del
Partido Popular Europeo y han propuesto que Juncker sea el candidato propuesto
por el Consejo Europeo para ser elegido por votación del Parlamento.
¿Por qué ha ganado el PPE?
Ha ganado el PPE en los
podríamos llamar una "victoria amarga", porque ha resistido. Ha
resistido el desgaste del gobierno a pesar de haber perdido muchos apoyos en
los principales países de la Unión. Los populares han perdido 17 escaños en
Italia, 10 en Francia, 9 en Polonia, 8 en España y en Alemania, 6 en Rumanía, 3
en Portugal... Es decir, han sufrido el castigo a sus políticas, aunque en
países como en Francia e Italia ya no ostenten la presidencia del gobierno. Los
ciudadanos han castigado a los principales partidos del centro-derecha europeo,
pero a pesar de ello han resistido. La muestra es que algunos, incluso perdiendo
diputados como el PP y la CDU, han mantenido la primera plaza en sus países,
y otros -como la Plataforma Cívica polaca- han conseguido un empate ante el
principal partido de la oposición.
Los populares han resistido pero han perdido notables apoyos hacia partidos a su derecha claramente eurófobos o euroescépticos en Francia, Alemania y Polonia. Un hecho políticamente muy relevante que puede influir en la evolución de la política europea de CDU/CSU, la UMP y la Plataforma Cívica.
¿Por qué no han ganado los socialistas?
El PSE no ha ganado
porque no ha sabido capitalizar el descontento con el rumbo político de la Unión Europa ni ha
sabido convencer de que ellos eran los abanderados de una política económica
alternativa, a pesar de los esfuerzos de Schulz durante esta campaña.
Las
encuestas pronosticaban que conseguirían entre 200 y 210 diputados, pero se
quedaron en 190, debido principalmente al descalabro del socialismo español
-que ha perdido 9 diputados- a la incapacidad del PS francés por recuperarse
del mal resultado de 2009 -sólo ha conseguido mantener 13 diputados- y por el
insuficente incremento de voto de los laboristas británicos que han crecido
mucho menos de lo que indicaban los pronósticos debido al empuje del UKIP en su
propio electorado. Los socialistas también han sufrido notables pérdidas en
Grecia, Irlanda y la Repúglica Checa -debido a la aplicación de políticas de
austeridad desde el gobierno-, y no han conseguido crecer en países como Polonia
-donde aún han perdido 2 de los 7 escaños que tenían- o crecer lo suficiente en
Portugal -donde las encuestas señalaban un crecimiento de 3 diputados que se
quedó en sólo uno.
La otra cara de la moneda
de los socialistas ha sido la imponente victoria del Partito Democratico de Matteo Renzi -40% del voto y 31 diputados-
que le convertirá en la principal delegación nacional del grupo socialista; la
notable victoria de los socialdemócratas rumanos, que han pasado de 11 a 18
diputados; y el incremento del SPD alemán, de 23 a 27 escaños.
En cualquier caso, los socialistas deberán estar atentos a la fuga de su votante hacia la izquierda en los países más tocados por la crisis -España, Grecia e Irlanda- o hacia el populismo nacionalista, como en Francia y el Reino Unido.
¿Por qué han resistido los liberales y se han
mantenido los verdes?
Las proyecciones previas
a la elección indicaban que los liberales podrían perder más de 20 diputados y
los verdes unos 15. En cambio los resultados arrojan que el grupo de los verdes
puede mantener 52 de sus actuales 57 diputados y los liberales 64 de sus 83,
pero con perspectiva de crecimiento cuando se forme el grupo parlamentario.
Los liberales han sufrido
un descalabro de sus partidos tradicionales: han perdido 11 diputados en el
Reino Unido, 10 en Alemania y 4 en Italia, además de la pérdida de uno o dos
diputados en Irlanda, Suecia, Bulgaria y Eslovenia. Pero se han mantenido o
crecido ligeramente en Francia, Países Bajos, Bélgica, Austria, Rumanía, los
países escandinavos y los países bálticos, y pueden salir beneficiados de la aparición
con fuerza de nuevos partidos en la República Checa (4 diputados), España -donde
pueden conseguir atraer los 4 diputados de UPyD y los 2 de Ciudadanos- e
incluso en Alemania, donde contarán con el nuevo diputado de los "Votantes
libres".
Podemos decir que Guy
Verhofstadt puede conseguir 'salvar los muebles' gracias a los pequeños
partidos, aunque tendrá que lidiar con un grupo parlamentario mucho más
heterogéneo, lejos del tradicional predominio germano-británico. Un grupo
probablemente más social-liberal que neoliberal, y que puede decantar mayorías
de centro-izquierda.
Los verdes han sufrido
descensos -algunos notables- en sus feudos tradicionales. Han perdido 9
diputados en Francia, 3 en Alemania y 1 diputado en los Países Bajos, Suecia y
Finlandia. Pero se han mantenido gracias al crecimiento de los verdes belgas y
austríacos y de la aparición con fuerza de nuevos partidos verdes en Hungría, Croacia
e Irlanda, e incluso en Alemania -puesto que el nuevo diputado 'pirata' se
integrará en su grupo parlamentario. Además se han visto beneficiados por el
incremento del apoyo a los partidos de la Alianza Libre Europea, principalmente
partidos nacionalistas de izquierdas en España y el Reino Unido.
Los verdes, bajo el
liderazgo de Ska Keller, han conseguido ampliar su territorio electoral en
países donde hasta ahora no tenían representación gracias a la aparición de
fuerzas políticas que han hecho bandera de una izquierda 'democratista' y
renovadora, alternativa a la socialdemocracia tradicional pero también a la
nueva izquierda populista. Estos nuevos partidos les permitirán compensar las
pérdidas del bloque franco-alemán que hasta ahora controlaba el grupo
parlamentario.
¿La izquierda liderada por Alexis Tsipras ha
crecido más de lo que parece?
El Partido de la
Izquierda Europea y su grupo parlamentario estaban llamados a crecer
significativamente hasta superar los 50 o incluso los 55 diputados, según
algunas proyecciones. En cambio, los resultados provisionales arrojan un grupo
formado por 42 diputados, sólo 7 más que en la actualidad. ¿Qué ha pasado?
Podríamos calificarlo de 'error' metodológico.
Los resultados oficiales del
Parlamento Europeo no computan en el grupo de la izquierda nuevas formaciones
que han apoyado públicamente la candidatura de Alexis Tsipras, como la lista
italiana "Una'Altra Europa con Tsipras", que ha obtenido 3 diputados,
y los 5 diputados españoles de Podemos. Si los sumamos a los 42 diputados de
los partidos que forman actualmente el grupo parlamentario, podemos afirmar que
el grupo de la izquierda unida ha ganado 15 diputados más en estas elecciones,
y superará en escaños a los grupos de los conservadores euroescépticos, los
populistas anti-europeos y la extrema derecha.
Es decir, la izquierda de
Tsipras es uno de los ganadores de esta elección. No sólo por la victoria de
Syriza en Grecia (8 diputados), sino por el gran resultado obtenido por la
izquierda en España -10 diputados entre IU y Podemos- y en Irlanda -3 diputados
del Sinn Féinn- así como el crecimiento en Italia, Holanda y Finlandia. En
consecuencia, también en el grupo de la izquierda europea han perdido fuerza
alemanes y franceses. El nuevo grupo estará dominado por los diputados de los
países del sur -10 españoles, 8 griegos, 4 Portugueses y 3 italianos- que
deberán liderar la oposición a las políticas de austeridad desde el Parlamento
Europeo.
And last but not least, ¿el
crecimiento del populismo anti-europeo es tan general como nos dicen?
La gran bomba informativa
de la jornada electoral fue el crecimiento del populismo anti-europeo y de la
extrema derecho. ¿Pero ha sido un crecimiento generalizado?
La extrema derecha ha
crecido significativamente en Francia, Grecia, Suecia y Austria. Y el resultado
más preocupante, evidentemente, es la victoria del Frente Nacional en Francia
con el 25% de los votos. En Austria han doblado su representación (20%, 4
diputados), en Suecia han triplicado su resultados (casi el 10% del voto y 2
escaños) y en Grecia han conseguido el 9% de los votos y 2 diputados, mientras
que en Hungría Jobbik ha mantenido su resultado anterior (14% del voto y 3
escaños).
Por el contrario, la
extrema derecha ha bajado en los Países Bajos (4 puntos y 1 diputado menos), en
Bélgica (el Vlaams Belang ha obtenido 5.7 puntos y 1 diputado menos), en el
Reino Unido (el British National Party ha desaparecido perdiendo a sus 2
diputados), en Bulgaria (Attack ha bajado del 12 al 3% y se ha quedado sin
representación), en Rumanía (donde el Partido de la Gran Rumanía ha bajado del
10 al 3% y ha perdido sus tres diputados), y en Eslovaquia, donde el partido nacional
ha perdido su diputado.
¿Es preocupante el
crecimiento en Francia, Austria, Suecia y Grecia? Lo es. Y más si consiguen
formar un grupo parlamentario propio en el Parlamento Europeo con los partidos
de la Alianza Europea por la Libertad, a los que se podrían añadir los griegos
de Aurora Dorada.
Pero el fenómeno de la
extrema derecha no es generalizado. Y el hecho que tengamos un eurodiputado alemán
de extrema derecha (NDP) en el próximo Parlamento Europeo es debido a que en
Alemania se ha modificado el suelo electoral, pero el pasado domingo tuvieron
un apoyo de sólo el 1%. En Italia, en cambio, la candidatura Fratelli d'Italia
- Alleanza Nazionale, no ha obtenido representación con un 3% de los votos.
Otra cosa es el impacto
que tendrá la victoria del Frente Nacional en la política francesa, y la política
europea de Francia. Esto sí que es preocupante. Y veremos sus consecuencias más
pronto que tarde. Consecuencias que tienen que ver con un profundo malestar
político francés que no es nuevo y que ya se mostró en 2002 cuando los franceses
situaron a Jean Marie Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales y en
2005 cuando no ratificaron la Constitución Europea.
El problema
de Francia no es el Frente Nacional, sino que una parte creciente de la
sociedad francesa rechaza la pertenencia a la Unión Europea y al Euro, y
mantiene posiciones políticas claramente reaccionarias. En este sentido hay que
analizar que la mayoría de las clases populares francesas hayan retirado su
apoyo al Partido Socialista y al Front de Gauche para dárselo al Frente
Nacional.
Algo parecido ha pasado
en el Reino Unido con la victoria de UKIP. El problema británico no es el
partido de Nigel Farage, el problema es que desde hace 15 años una mayoría
estable de británicos no quieren pertenecer a la Unión Europea y quieren
recuperar la soberanía cedida. Y esto lo piensan los votantes conservadores y
los votantes laboristas. Y por ello el 27.5% de los sufragios que ha conseguido
el UKIP (11 puntos y 16 diputados más que en 2009) se ha nutrido de ambos
electorados.
El UKIP lidera el grupo
parlamentario europeo por la libertad y la democracia (populista y eurófobo).
Pero como hemos apuntado para el caso de la extrema derecha, no todos sus
partidos han crecido. En realidad, sus socios franceses, griegos, polacos,
búlgaros y belgas han perdido su representación. En total 9 diputados menos. Sólo
se han mantenido en Lituania y los Países Bajos, y han crecido -de forma
moderada- en Finlandia, donde el partido de los "Auténticos finlandeses" ha
conseguido el 13% del voto y 2 diputados.
En Dinamarca, el Partido del Pueblo
Danés ha ganado las elecciones con el 23% y 4 diputados pero ha anunciado que
se cambiará de grupo y se integrará en el de los conservadores euroescépticos
liderados por los conservadores británicos y polacos. Tampoco la Lega Nord
italiana seguirá en este grupo, de modo que sus 5 diputados -3 menos que en
2009- pasarán a engrosar el grupo liderado por Marine Le Pen. Por consiguiente,
el grupo de los populistas puede quedarse en sólo 29 diputados de 4 países
europeos -muy lejos de los 38 que indican las estadísticas del Parlamento
Europeo- si no consigue incorporar nuevos socios.
Uno de ellos podría ser
el nuevo partido alemán Alternative für
Deustchland -que ha obtenido el 7% de los votos y 7 diputados, la
"Nueva derecha" polaca anti-euro, que ha conseguido el 7% de los
votos y 5 diputados, los griegos de To
Potami (6,61% y 2 diputados), o incluso el Movimento 5 Stelle de Beppe Grillo, que con sus 17 eurodiputados
podría ser el segundo partido del grupo parlamentario.
Finalmente, cabe citar a
los conservadores euroescépticos, que se podrían quedar con 46 diputados debido
al descalabro de los tories
británicos (4 puntos y 8 diputados menos), y los euroescépticos checos (7
diputados y 24 puntos menos), sólo parcialmente compensado por el crecimiento
del partido polaco "Ley y Justicia", que ha pasado de 12 a 19
escaños, con más del 32% del voto. Pero el grupo podría verse reforzado por los
4 diputados del Partido del Pueblo Danés, que después de su victoria han
anunciado que cambian de grupo probablemente para ofrecer una imagen más
moderada al electorado danés, y los 7 diputados de "Alternative für
Deutschland", que deberán escoger si quieren ir con los conservadores británicos y polacos o con los populistas británicos y finlandeses. Si se confirmaran estas incorporaciones, el partido podría
mantener 57 diputados, aunque dejaría de ser el grupo de los conservadores británicos
para convertirse en un grupo mucho más plural donde los alemanes intentarían
marcar la agenda.
Podemos
concluir que el resultado de la extrema derecha, los populistas eurófobos y los
conservadores euroescépticos ha sido muy desigual. Es cierto que el conjunto de
partidos populistas y de extrema derecha sumaran 85 o 90 diputados, 40 más que
actualmente, pero parece difícil que puedan influir en la política del
Parlamento Europeo. Donde su influencia será más notoria será en las
respectivas arenas políticas nacionales. Los partidos eurófobos y
euroescépticos están en situación de condicionar la política europea de
Francia, el Reino Unido, Dinamarca, Polonia y Alemania, por este orden. Y ello
puede tener efectos decisivos a medio plazo.
¿Qué nos depara el futuro? Un nuevo equilibrio
institucional
Las elecciones europeas de 2014 prefiguran un nuevo equilibrio institucional, con un Parlamento más fuerte -aunque más fragmentado- y un Presidente de la Comisión más legitimado y con mayor capacidad de iniciativa para modificar la agenda política europea. Si se crea una gran coalición entre populares y socialistas, estará en manos de los verdes, los liberales, y la izquierda la capacidad de proponer alternativas a las políticas de la Comisión.
El Consejo Europeo
seguirá dirigiendo la Unión desde la cúspide del triángulo institucional formado por el Consejo, la Comisión y el Parlamento, pero es de esperar una mayor dosis de política democrática en la Unión. Mayor debate político entre los partidos políticos europeos, y una mayor capacidad de los partidos políticos nacionales de trasladar los debates europeos a la arena política nacional. Ese es el gran reto de la política europea para los próximos años. Ser capaz de crear un sistema de "policies with politics", de políticas públicas que no se apliquen tecnocráticamente sino que se discutan políticamente, como han hecho los 5 candidatos a la presidencia de la Comisión durante esta campaña electoral.
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